Ya es fin de curso y los peques han salido con sus notas esta semana. A nosotros nos compartían sobresalientes orgullosos, tímidos 6 y algún suficiente escondido entre vergüenza y resignación.
Los más mayores te dejan caer primero los suspensos y luego te hablan de lo buenos que son en el resto de asignaturas. Nosotras y nosotros, solo somos meros oyentes, escuchando cómo se sienten presionados por un número, al que no le queremos quitar importancia por supuesto, pero nos fijamos en el cómo se sienten más que en los resultados.
En la reunión de equipo de esta semana nos marcábamos objetivos, y afrontábamos la llegada de la primavera como una época de trabajo “dura” para nosotros. Los educadores que forman el Área Infantil han crecido en el entorno de la autoexigencia, nuestro equipo está compuesto por personal altamente cualificado, con Diplomaturas, Licenciaturas y Masters. Nacidos en los 90 las notas para nosotras y nosotros eran la meta tangible, lo que quedaba tras el constante esfuerzo que año a año íbamos sumando a nuestras mochilas para llegar a ser lo que somos y queremos ser.
El número, algo que nos clasifica de una forma, cómo nos podría clasificar de cualquier otra. Y además nos ordena, ser el número 1 en atletismo, sacar la mejor nota de mates o llegar antes a la fila para pasar a ser el más puntual.

Vivimos en una sociedad de resultados, donde la excelencia tiende a girar de un lado solo, el de los números, pero nosotros, optimistas empedernidos, siempre andamos “dándole una vuelta” a eso. Cuando nos llegan los suspensos, los “he sacado un 5 raspado”, y los “tengo un notable alto” en lengua seño… siempre giramos la cara hacia el compañero, y entendemos con una mirada lo que esos niños sienten, pues lo hemos vivido en sus carnes.
Ahora nos toca el fin de curso a los del Área Infantil, nosotros también hacemos evaluaciones si, y empeñados en revalorizar los números, algo que entendemos como fundamental, hemos decidido ponerles colores, y todos los pintamos, de azul, de gris, de rojo, de verde, de morado, de blanco, de colores y todos con sello de “Ser Amarillos”. Porque da igual que hagan baile, psicomotricidad, futsal o patinaje, lo importante es cómo lo hacen y con quién lo hacen.
Evidentemente prevalece que vienen a realizar actividades deportivas, y claro que las aprenden, pero para nosotros siempre será infinitamente más importante el cómo que la actividad en sí, jugando. Pues el sobresaliente lo tiene quien se cae en patinaje 200 veces y aprende a levantarse solo con una sonrisa tras el juego del “vampiro, vampiro, qué hora es”, y es el mismo sobresaliente que tiene el compañero de la izquierda le dice “tu puedes a mi me costaba también mucho” y ahora hace unas piruetas y frenos en T dignos de competición. Saben patinaje, a diferentes niveles si, pero ambos han aprendido a cómo dar la clase.
Ahí están los resultados de todo un trimestre de autoexigencia, superación y formación, colores, valores, y luego el resto.